By La Voz del Interior
07.06.2001 / La Voz del Interior
Stefan Kaegi es suizo; vive en Francfort y arribó a Córdoba invitado por el Instituto Goethe. Su primera acción fue publicar un aviso clasificado (“el 2 de mayo en LA VOZ”). En un bar, mientras Instituto transpira la camiseta, explicó qué tipo de teatro es el que lo entusiasma.
“De dónde vengo ya no tiene importancia. Salí de Suiza y fui a estudiar a Alemania porque me resultaba un lugar pequeño. Allí no hay ninguna actitud política. Trabajan siempre con humor; eso se ve mucho en la obra de artistas plásticos jóvenes que pertenecen a la monocultura del ingenio. Cuando estuve en contacto con ellos me interesó organizar espacios culturales. En el ‘90 creé una obra con 40 toneladas de fierro viejo; me interesaba lo físico del teatro. El escenógrafo me ofreció hacer una montaña de fierro con cartones, pero no, nos pasamos una semana juntando hierros. El actor no me interesa. No veo el camino del teatro en el desarrollo psicológico. Por eso me quedo con los porteros o con los criadores de gallinas”, comenta poco antes de que salgan a la calle, es decir, a escena, los porteros, Edgardo Norberto Freytes, Tomas Kenny y Juan Domingo Spicogna.
Kaegi se dedica en Alemania al radioteatro y a una serie de performances. De su paso por el periodismo le quedó el gusto por lo documental. Como ahora ya no es más “contratado de la verdad” hace investigación en el campo teatral. “Me dedico a investigar y mentir después, pero sabiendo sobre qué estoy mintiendo”, dice en buen castellano.
A él la ficción a secas le parece cosa del pasado. “Estoy interesado en las ficciones pero sólo donde se confrontan con la realidad. Aquí, tres porteros que no son actores entran en esa luz, en la imagen de película, con música y códigos del pop; pero se mezclan con la realidad de que ellos son porteros. Los pasantes entran en esa ficción ensayada”, dice.
De aspecto juvenil (tiene 29 años), Kaegi es un tipo divertido. Cuando se le pregunta si él adopta una actitud “vanguardista”, se ríe y comenta: “Hoy mientras desayunaba, la dueña de casa leía la muerte de la vanguardia. Yo desayunaba mientras ella mataba a la vanguardia. Prefiero hablar de teatro más que de performance. El teatro es un medio que puede comunicar cosas; puede ser utilizado como las películas documentales que transmiten realidades, además de que transmite una sensación única en un momento”.
En Alemania hay un círculo de gente que trabaja con el director en presentaciones que demandan meses de investigación. Por ejemplo, hubo una obra con mujeres mayores de 80 años. El tema era “El movimiento a través de la tecnología”, presentado en la imagen de mujeres en contacto, por ejemplo, con autos de carrera de juguete, con dispositivos como el que sirve para subir y bajar una silla de ruedas. También organizó un Congreso de colados.
Se hizo en Córdoba
Frente a ese concepto de espectáculo y en plena época de los reality shows uno se pregunta cómo fue la experiencia en Córdoba.
“Es interesante estar aquí”, dice Stefan sonriente. “Me impresiona esta ciudad. Hay gente muy inteligente e inspirada. En el grupo que trabajó conmigo hay tanto potencial y voluntad..., aunque no se den las condiciones. Para mí esto es una profesión que me absorbe totalmente. No sé cómo sería si yo tuviera que luchar con las condiciones de aquí: el paro, por ejemplo, o las dificultades para conseguir un local para alquilar. ¡Qué lucha! “
A Stefan Kaegi lo esperan en Alemania actividades febriles, entre las que se destacan puestas como la del Congreso de Viena, un trabajo con cobayos que ha movilizado a la sociedad de amigos de cobayos de Austria (estrena el 30); un espectáculo subterráneo; otro, sobre armas que se verá en Suiza, y una obra con 100 luciérnagas que deben ser cultivadas durante seis meses.
Torero portero, con Edgardo Norberto Freytes, Tomas Kenny y Juan Domingo Spicogna.
Viernes, sábado y domingo, a las 20 y a las 22 . No se suspende por el paro. Entradas gratuitas: retirar en la nueva sede del Instituto Goethe, Rondeau 260 (de 10 a 18).