Von C. David Carrón
01.05.2007 / La Razon
Madrid- Entre los polígonos y las zonas de descanso que esconde el laberinto de la M-30, M-40 y M-50 (principales arterias de circunvalación de Madrid) buscan un sucedáneo de la hospitalidad. No es extraño que, resguardados en un área de servicio, varios camioneros compartan «camping-gas» para cocinar alguna receta sencilla. Por estos paisajes periféricos transita el tráiler-escenario del documental teatral «Cargo Sofía- Madrid», una idea de Stefan Kaegi, un hombre-orquesta de la escena europea, que harto de que el espectador no acuda al patio de butacas, ha decidido invertir el camino: «Hay mucha gente que no se desplaza a las salas, de ahí nuestro interés por los márgenes del teatro».
No habla en vano, pues ha acercado a mujeres de 80 años a la Fórmula 1, utilizó cementerios como teatros y construyó una escenografía de 3,7 kilómetros para poner en pie «Memopark», entre otros derroches imaginativos. «No puedo hacer una obra de camioneros sobre el escenario porque no tiene nada que ver con la realidad. Así que transformé un camión de carne congelada en un patio de butacas con una gran ventana», recuerda este creador Suizo. El origen de «Cargo Madrid-Sofía» hay que buscarlo en un viaje a Bulgaria, donde descubrió que la apuesta del régimen comunista por el transporte de mercancías propició que muchos camioneros hubieran dado la vuelta al mundo varias veces, pues se les enviaba hasta Oriente Medio (Siria, Libia...): «Hay muchos de ellos que han pasado literalmente su vida en las autopistas», advierte el director. La idea cuajó gracias a una sentencia contra una empresa de transportes de Stuttgart por obligar a sus empleados búlgaros a un draconiano régimen de viajes en el que no se contemplaba apenas tiempo para el descanso.
Después de triunfar en Avignon (donde fue calificado como el mejor espectáculo de la edición de 2006) y en otras 13 ciudades europeas, la productora teatral Smedia es la primera empresa privada que se hace cargo de un proyecto, claramente deficitario en lo económico: «En Madrid el teatro no refleja demasiado los cambios de una ciudad en continua transformación», explican desde la organización. Kageli ha adaptado el recorrido a los alrededores de la capital.
El camión está equipado con 45 butacas a bordo, también se ha abierto un gran ventanal, que ocupa al completo uno de los laterales de la caja del vehículo, a través del cual los espectadores observan el paisaje. Se partirá del centro de Madrid y realizará una ruta de 50 kilómetros, con paradas en Mercamadrid y las naves de Adif, entre otras sorpresas.
Diez representaciones
El precio de la butaca es de 28 euros y en Madrid se celebrarán 10 representaciones, entre el 16 y el 26 de mayo, de dos horas de duración (aunque el tráfico es el que manda). Dos de esos conductores búlgaros, que esconden un mapa de Europa a gran escala en su cabeza -aunque nunca hayan pisado el Paseo del Prado o los Campos Elíseos- van describiendo a través de sus micrófonos inalámbricos el viaje a los espectadores al mismo tiempo que conducen. «La gente cuando va en un coche viendo el paisaje habla con más facilidad», explica Kaegi. Los camioneros tienen una estructura básica como guión, pero sus confesiones cambian cada día, según lo que esté sucediendo en la ruta. La organización confía en que el mal endémico de la circulación madrileña, que son los atascos, no eleve la duración de las funciones mucho más allá de las dos horas previstas. El gran ventanal se cubre en los puntos menos vistosos del trayecto para convertirse en una gran pantalla donde se proyecta un documental grabado en la ruta de Sofía hasta Madrid con entrevistas a otros camioneros.
A pesar de que no se ocultan ni la soledad ni las maratonianas jornadas al volante, el tono del montaje no es de denuncia. «Los espectadores se ríen mucho durante algunos pasajes», nos comentan desde la productora. Kaegi advierte del impacto que supone conocer esos grandes centros logísticos y de distribución, extremadamente funcionales y diseñados sin ningún tipo de criterio estético.
Duchas en gasolineras
«Son sitios que no están hechos para humanos, sino para tráilers de 40 toneladas. Tienen mucho de película de terror», asegura el director. Más allá de descubrir a los madrileños infraestructuras que ni siquiera pudieran imaginar, Kaegi destaca la importancia de estos centros: «Cuando vas al supermercado no te preocupan las huelgas porque sabes que el melón siempre va a estar ahí, pero no conocemos lo que hay detrás para que eso ocurra».
Otro punto crucial para conocer la vida de cualquier profesional sobre ruedas son las gasolineras: «Es curioso, porque los conductores califican las gasolineras según tengan o no ducha y según sea necesario introducir monedas para despegarse el sudor», nos apuntan desde la productora. Las entradas llevan poco tiempo a la venta, pero las inusuales características del evento han propiciado que lleguen peticiones desde París para ocupar uno del escaso medio centenar de asientos del vehículo. Smedia espera también que este inhóspito viaje al extrarradio sirva para descubrir a un grupo de inmmigrantes todavía extraño para la mayoría: «Hará visible a la comunidad búlgara, que, junto a la rumana, es la más numerosa en nuestro país procedente de Europa del Este». Como viajar sin música parece un contrasentido, el montaje también prevé una banda sonora en directo, compuesta fundamentalmente por música tradicional del Este.