Von Marietta Santi
09.03.2017 / Lapanera
App Recuerdos es una invitación a recorrer la ciudad, humanizando sus calles y esquinas, a través de un “teatro mental” construido a partir de relatos reales. Una colaboración chileno-alemana que, además, da utilidad artística al smartphone
Experimentar el centro de la ciudad de Santiago de otra forma, recaminarlo a través de historias cotidianas que allí sucedieron, teñirlo con sensaciones y emociones que otros sintieron. En Portugal con Alameda, a pasos del Parque Bustamante; en el Paseo Ahumada, en el cerro Santa Lucía, frente a la Estación Mapocho, y en muchos otros lugares que todos –no importa en qué comuna vivamos– hemos recorrido innumerables veces. Todo esto gracias a una aplicación que cualquiera puede descargar en su celular, sin costo, y que activará cualquiera de los 90 relatos disponibles apenas el caminante entre en alguno de los puntos georeferenciados. Sólo es necesario proveerse de audífonos, zapatos cómodos y tiempo, ya que la vivencia es atrapante y la curiosidad por escuchar va in crescendo.
Este proyecto chileno-alemán lanzado en la última edición del Festival Internacional Santiago a Mil, se llama «App Recuerdos» e interviene la percepción de los audio-espectadores al tiempo que da una utilidad artística a los masificados smartphones. Además, construye una historia no oficial y cotidiana de las décadas de los 70 y 80 en voces tan disímiles como un ex Ministro, la dueña de un quiosco, un profesor exonerado, una dueña de casa que apoyó a Pinochet, una actriz, un psiquiatra, una niña, entre muchos otros.
El motor del proyecto es la compañía alemana Rimini Protokoll –formada por Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel–, que desarrolla herramientas teatrales destinadas a cambiar artísticamente la apreciación de la realidad. En 2015 trajo a Santiago a Mil el audio-recorrido «Remote Santiago», donde una voz robótica (como la del GPS) guiaba por la ciudad a un grupo de cincuenta participantes, quienes iban cambiando su relación con el paisaje a medida que caminaban.
Por su trabajo, el colectivo alemán ha recibido varios premios, entre ellos el León de Plata de la Bienal de Venecia (2011), el Excellence Award of the 17 th Japan Media Festival (2014) y el Swiss Grand Prix of Theatre (2015).
Fue Volker Redder, ex director del Goethe Institut en Chile, quien vivenció «50 Kilómetros de Actas» en Berlín, donde Rimini utilizó archivos desclasificados por la Stasi (policía secreta de la RDA) para crear un proyecto que mezcló audios sobre seguimientos, testimonios de las personas mencionadas en ellos y otros materiales sonoros, relacionándolos con lugares de Berlín a través de una aplicación para smartphones. Ya en Santiago, Volker llamó a Mauricio Barría, dramaturgo e investigador teatral de la Universidad de Chile, quien trabajó con investigación documental para la intervención «Comisión Ortúzar: Acciones en torno al legado de una refundación», para encabezar la versión nacional del audio-recorrido de Rimini.
“Nosotros no tenemos archivos desclasificados de la Dina ni de la CNI, y para una parte importante de los chilenos se trata de un pasado muy vivo, aún hay procesos judiciales en curso. Por eso no era tan fácil llegar y preguntar, obtener historias de esos años”, comenta Barría. Él invitó a Verónica Troncoso, artista visual que trabaja con material de archivo; y a Gonzalo Dalgarrando, actor formado en la Chile, para trazar las primeras líneas conceptuales del proyecto.
A fines de 2015, con el compromiso financiero del Goethe Institut, nació el colectivo Sonido Ciudad, formado por el trío Barría-Troncoso-Dalgarrando, más Javiera Bustamante, antropóloga; Valeska Bustamante, Licenciada en Historia del Arte; y Marsida Lluca, periodista alemana radicada en Chile.
A ellos se sumó Aljoscha Begrich, dramaturgista que vivió en Chile y que actualmente trabaja en el Teatro Gorki, de Berlín. Y, en marzo de 2016, Rimini viajó a Chile para aclarar dudas de todo tipo, y dar el puntapié inicial.
Identidad y teatro mental
Con la aplicación instalada, el audio-espectador puede sumergirse en «App Recuerdos» en cualquier momento. Al abrirla aparecerá un mapa en el celular que indicará el trayecto del caminante en relación a los puntos vinculados con alguna historia.
Así sucede en calle Portugal, frente al su permercado Unimarc. Una voz robótica invita al audio-espectador a entrar y recorrer los pasillos mientras escucha el relato de una mujer sobre la Unidad Popular: “Costaba mucho encontrar qué comer”, dice y luego habla del chancho chino, la carne de caballo y la imposibilidad de lograr leche para sus hijos. “Yo estaba inscrita en el Unicoop (nombre del Unimarc hasta principios de los 80) y lograba muy pocas cosas”, comenta.
En Estado con Huérfanos, Tamara reconstruye un episodio vivido a los 8 años, en 1984. Su mamá, entonces embarazada, salvó de ir preso a un joven que protestaba con un grupo llamado Revolucionarios de Cristo o Movimiento Teocrático. “Llevaban un cartel que decía ‘Con fusil o sin fusil, Cristo vencerá’ ”, recuerda ella.
Y llegando a Agustinas esquina San Antonio surge la voz de Jorge, militar que fuera barman del Club de Oficiales de la Fach, que estaba ubicado frente al Teatro Municipal. Él recuerda lo que escuchaba cuando los militares tomaban unas copas de más.
Todo el centro bulle en testimonios: de una psicóloga que marchó a favor del “Sí”, de una hija de padre desaparecido, de una mujer que falla en el contacto con un camarada, en fin. Hay algunos relacionados con hechos ajenos a la política, como el celebrar de “toque a toque”, la historia del bar Los Canallas, un cumpleaños clandestino y también el reencuentro con un viejo amor. Lo mismo sucede en los sectores de Lastarria, del Cerro Santa Lucia, del Parque Bustamante y de la Estación Mapocho. En total, noventa relatos distribuidos en una especie de archipiélago con brazos que apuntan en distintas direcciones.
Para contextualizar se suman 31 audios de archivo, entre relatos periodísticos, un poema de Raúl Zurita, bandos militares y jingles. Además de nueve canciones, entre ellas «Salta pequeña langosta» y «Que la dejen ir al baile sola», del programa de TV Música Libre; «A mi ciudad», de Santiago del Nuevo Extremo; «El baile de los que sobran», de Los Prisioneros; y «Venceremos», de Quilapayún.
El guía o narrador está conformado por varias voces creadas por un software, que entregan datos de cómo era la capital, invitan a sentarse si el audio es largo, o a pasearse por un lugar determinado.
Lograr este corpus sonoro fue un trabajo largo para Sonido Ciudad y Rimini, empezando por definir el objetivo: “Decidimos que tenían que ser historias ocurridas en los años 70 y 80, relacionadas con el contexto político, pero quisimos que fueran cotidianas. Buscamos en el ámbito de las relaciones humanas, de la vida en la clandestinidad, en cosas vividas por niños y en la vida nocturna de la época”, precisa Mauricio Barría.
El hilo conductor debía nutrirse de historias subjetivas, con un punto dramático. Es decir, con un suceso que le hubiera pasado a alguien. No servían los cuentos de observadores y tampoco las imágenes de un recuerdo borroso.
Mauricio Barría señala que durante 2016, el equipo chileno se reunió todos los lunes y que cuando en diciembre llegó Stefan Kaegi, de Rimini, estos encuentros se realizaron todos los días, de 08:00 a 20:00 horas. Para dejar 90 historias, entrevistaron a 200 personas aproximadamente. Y entre los relatos seleccionados hay algunos dramáticos, otros cómicos, unos bien narrados y otros no tanto. Para generar el contexto, el equipo buceó en los archivos de la radio Cooperativa, de la Asociación de Radio Difusores de Chile (ARCHI), de la Universidad de Santiago, del Museo de la Memoria y de la Cineteca Nacional.
Barría está contento con el resultado. Sabe que los audioescuchas se emocionan, sonríen y también reflexionan. “Se trata de generar un teatro mental en la ciudad, de reconstruir la historia reciente a través de voces anónimas, de vincular el espacio urbano con las personas y su contexto político-social”, dice.
Su propuesta es que los ciudadanos vivencien «App Recuerdos» en grupo o en solitario. De todas formas, el “teatro mental” que Sonido Ciudad y Rimini Protokoll crearon en conjunto funciona para todos, siempre que tengan un smartphone y ganas de caminar.