Von Michele Rolim
07.04.2016 / Hiedra
En el contexto de la 3º Muestra Internacional de Teatro de Sao Paulo, -a la que asistieron los tutores e integrantes de ÁGORA CHILE, Jürgen Berger y Federico Zurita Hecht-, una de las miembros de ÁGORA BRASIL, Michele Rolim, escribió una crítica a “100% Sao Paulo” del grupo suizo-alemán Rimini Protokoll, quienes proponen la creación de un conjunto representativo de la ciudad de Sao Paulo a través de 100 ciudadanos elegidos mediante datos estadísticos.
Traducción: Federico Zurita Hecht.
La obra 100% Sao Paulo constituye, desde el comienzo, una paradoja. El montaje del grupo suizo-alemán Rimini Protokoll (compuesto por los artistas Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel) al mismo tiempo que se vale de recursos tecnológicos modernos, transforma el escenario y la audiencia del Teatro Municipal de Sao Paulo en un ágora contemporáneo, donde las personas reconocen su pertenencia al colectivo, pero también redescubren su individualidad.
En escena se encuentran cien actores no profesionales escogidos para el proyecto mediante criterios estadísticos de edad, sexo, lugar de residencia, estado civil y color de piel, en un intento por crear un conjunto representativo de los habitantes de la capital de Sao Paulo. La convocatoria del elenco no fue azarosa: cada uno de los seleccionados tenía 24 horas para indicar a otro, de acuerdo a las proporciones verificadas en el Censo de 2010 del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística).
El espectáculo de 120 minutos funciona como un lente de aumento aplicado a la población de Sao Paulo, exponiendo sus opiniones sobre cuestiones políticas, morales y de comportamiento. El juego de la representatividad, en el sentido de buscar constituir que el elenco sea una muestra de la ciudad (y de la audiencia), se logra realizar. En el comienzo de la obra, cada uno de los actores no profesionales se presenta, elaborando en un minuto un pequeño drama personal, una situación amena, una broma, a veces casi nada.
Después, a través de preguntas intercambiadas entre ellos, revelan no solo datos estadísticos (como idea, sexo, color, etc.), opiniones políticas y tendencias de comportamiento. En este momento, cuando la audiencia reacciona tomando posiciones para un lado u otro, pareciera que nos transportamos al ambiente radicalizado y sucio de las discusiones en las plataformas de redes sociales. Pero la puesta en escena se encarga de desenmascarar a la sociedad en las experiencias más privadas, como asumir que se fue víctima o victimario en casos de estupro o violencia doméstica, el escenario permanece a oscuras y el elenco responde a las preguntas desde el anonimato, encendiendo o apagando una luz. Y las respuestas sorprenden.
100% Sao Paulo también tiene su lado sutil al realizar al elenco preguntas aparentemente de respuesta inmediata y previsible que, sin embargo, esconden una naturaleza compleja: “¿Usted mataría para defender a su familia?”; “¿A usted le gustaría ser como sus padres?” y “¿Usted cree que estará muerto de aquí a diez años?”. Y hay momentos de completa emoción, como cuando un niño confiesa que tiene miedo de morir en un tiroteo.
Pese a ser inicialmente extraños, la relación entre los actores no profesionales y el público se vuelve íntima. Y una posible jerarquía de los que están arriba del escenario sobre el público se extingue cuando el elenco se aproxima al borde del escenario y comienza a cuestionar directamente a los asistentes. Los espectadores se vuelven cómplices del juego. Se concreta, por tanto, una tensión y una provocación del público todo el tiempo. Ellos se manifiestan aplaudiendo, gritando e incluso abucheando. Pero también hay momentos en que la discusión se transfiere al interior de cada uno, logrando una dinámica que nos mueve desde lo individual a lo colectivo, desde lo político a lo íntimo. Esto sin descuidar la parte estética, que propone soluciones teatrales óptimas, como proyectar el movimiento del elenco en una imagen circular ubicada en el fondo del escenario.
La utilización de actores no profesionales y de un tono confesional en los testimonios, permite cuestionar cuánto de ficción o realidad hay en el elenco, en su vida cotidiana, y también en los datos del IBGE. Los cuerpos que se mueven en el escenario no son más que cien sujetos estadísticos, y sí, cien historias de personas como nosotros, y al mismo tiempo diferentes de nosotros. Cada uno se reconoce en lo colectivo cuando se percibe como singular. Y se afirma como individuo cuando asume pertenecer a un colectivo. El dispositivo escénico de 100% Sao Paulo, que ya pasó por diversas ciudades del mundo revelando las particularidades de cada una de ellas, crea un ambiente de convivencia y discusión que transporta al teatro a otro lugar –¿o devuelve el teatro a sus orígenes?–. De todas formas, prueba que se puede construir un arte transformador que incluye múltiples ámbitos.